Capitulo 12: Edén, Sede del Sanctum
De esta forma llegamos a otra de las ciudades del juego, Edén, que como el título indica es la sede del Sanctum. De las 14 distintas variedades de enemigos que aparecen en este capítulo (al menos en el primer sector), la gran mayoría es débil ante el rayo, un dato que haríamos bien en no perder de vista dada la dificultad a la que nos expone el penúltimo capítulo de la aventura en la que nos embarcábamos hace ya bastantes horas (dependiendo del trabajo que hayamos realizado en Gran Paals el contador de horas deberías estar subido de las 40/50 como mínimo, aunque esto depende, como decimos, de cada jugador).
El primer mapa en el que nos situamos, pese a su compleja estructura, no deja lugar a demasiada imaginación. Tomamos la salida de la izquierda, seguimos en línea recta hasta que superamos el primer cruce y a continuación, en el siguiente, vamos hacia la izquierda nuevamente. Una vez ahí, una vez a la derecha y accederemos al primero de los tesoros (una espada Lionheart, y cuidado con el nombre). Cuando llegamos a la siguiente elipse seguimos en sendero indicado, tomamos la última bifurcación hacia la derecha para recibir la nada desdeñable cantidad de 9200 monedas. Cuando hayamos terminado de finiquitar a los tres grupos de enemigos que se abre a nuestro paso. Una vez superado, pasamos al siguiente escenario, y avanzamos en línea recta hasta que alcanzamos la Autopista.
Ya en la Autopista (otra línea recta con dos tesoros, El Rebelde y Otshirvani, dos armas de gran potencia física) nos libramos del Rey Bégimo y, poco más adelante, justo antes de alcanzar el segundo tesoro (cuarto de este capítulo por el momento) tomamos buena cuenta de otro Bégimo que pulula por la zona, este un poco más duro que sus antecesores, aunque con sus mismos puntos débiles (es preferible evitar los físicos para no perder el tiempo sin causar casi daño al enemigo). Cuando superamos este sector vamos de cabeza a otro enfrentamiento de armas tomar.
El Piasa no es un enemigo especialmente duro en lo que respecta a sus puntos de vitalidad, aunque sí debido a la estrategia que utiliza en combate, similar a la de otros enemigos que hemos batallado en el pasado. Después de protegerse con varios ataques rápidos lanza estados alterados a los personajes para tratar de finiquitarnos con varias ráfagas más poderosas que en su primera etapa. Debemos seguir la tendencia de siempre: en los primeros compases haríamos bien en poner a un protector, siendo imprescindible el uso de un obstructor que anule las ventanas que el Piasa se otorga a sí mismo. Lo mismo pero al contrario con fortalecer nuestras habilidades.
Una vez hemos logrado añadir los estados de protección que nos interesan (entre los que destaca Prisa, esencial debido a la gran velocidad de movimientos de este rival) podemos lanzar todo nuestro potencial de fuego con un fulminador, protector y un castigador o, en su defecto, la clásico dupla entre fulminador, castigador y sanador. Es un poco más difícil de lo que puede parecer a primera vista, así que extremad las precauciones.
En esta zona recuperamos la cantidad considerable de tesoros de otros mapeados además de tener que hacer frente a un adamanquelis, débil frente al elemento frío, debemos tener siempre a un protector en el grupo intercambiándolo por un inspirador o un obstructor, según cómo lo prefiramos. Tras derrotarle y guardar la partida abrimos otro tesoro (lanza de castigo) proseguimos la marcha, vencemos a los enemigos que nos abordan en esta zona, y ya en el siguiente fragmento del mapa tomamos la salida de la derecha hasta el final para obtener 15000 monedas, no sin antes tener que despeñar a varios enemigos. Lo mismo con la cápsula que se sitúa justo en la entrada del camino que va hacia nuestro objetivo (conductor perfecto x15).
Tras guardar la partida una vez observamos el mapa para fijarnos en los dos diseños cilíndricos que aparecen en pantalla, donde en total se esconden cuatro tesoros. En el primer círculo nos hacemos con la evolución del Anillo de Fuego (anillo pírico), y tomando el camino de la izquierda (no el atajo) una lente libra de poca utilidad, aunque sí nos obliga a batallar contra algunos enemigos. Siguiendo este laberíntico camino obtenemos un acelerador de partículas (x6) al que se le suma una medalla triunfal si investigamos el pasillo que supuestamente no va a ningún sitio. Con todo el pescado vendido nos dirigimos al siguiente punto de interés, ya superado el parque Sirena en el que antes hemos de superar un tirano y un svelien, ojo con ellos.
La plaza Leviatán es una zona de combate bastante dura donde encontramos combates en los que más nos vale poner todos nuestros conocimientos. La recompensa de PC es suculenta, si bien antes de lanzarnos en este sentido debemos abrir el cofre de tesoro que se cruza en nuestro camino (Antares, un arma), guardar partida y continuar. Después de pasar por la plaza (como decimos, es elección del jugador disputar o no estos combates o, por el contrario, volver atrás sobre sus pasos para fortalecerse y afrontar a estos enemigos, entre ellos al Juggernaut, a quien los ataques físicos le hacen poco menos que cosquillas) es momento de echar un vistazo a los botines que nos rodean, que son los siguientes: Chocobo de peluche o acelerador de partículas. Sólo podemos elegir uno de los dos. El primero es útil para ser vendido y el segundo para aumentar la cantidad de experiencia de los accesorios.
A izquierda y derecha encontramos diversas pezuñas de faunos (x14 y x17 respectivamente) que interesa bastante conseguir. Antes de llegar al Cabildo nos hacemos con una Mistilteinn. En el siguiente punto avanzamos hacia la terminal de servicios (como comentábamos, aquí debemos hacer frente al Juggernaut), nos hacemos con unos Mitones de Poder y a continuación comenzamos la escalada hasta el círculo central en el que finalmente recibimos un vapor de éter. Útil, sin duda, para afrontar otro combate más de esos que nos hacen sudar la gota gorda.
Piasa: esta vez nos enfrentamos ante una evolución del amigo al que hace bien poco dábamos caza. Alternando entre dos formas, el Piasa reserva lo mejor de sí mismo para el final, cuando su Tormenta atroz, unida a los estados alterados que lanza sobre sí mismo, hace de él un temible adversario al que debeos hacer frente en el menor tiempo que sea posible. Es por ello esencial potenciar nuestro estado en la primera fase del combate para mantener esta cadencia mientras un personaje se encarga de actuar como protector recibiendo el grueso de los ataques. Cuando nos despojamos de su primera fase, cambiamos las tornas ofensivas por otras defensivas, siendo obligatorio contar con un sanador que alterne entre inspirador y fulminador para recuperar energía y castigar la barra de cadena del rival.
Siempre que esté en el suelo nos protegemos; cuando esté en el aire le atacamos con lo mejor que tengamos en nuestro repertorio, siendo imprescindible mantener la Vitalidad de nuestro grupo por encima del 80% de su energía. Esto sin perder de vista nuestros estados alterados, entre ellos escudo y coraza, absolutamente fundamentales para poder superar al Piasa sin perder la vida innumerables veces (como en nuestro caso, este enemigo sirve como antesala de lo que está por llegar en el capítulo que viene a continuación). Aprovechad la carga de los Eidolones, así como Prisa y cualquier estado alterado que nos permita una ligera ventaja en el combate.
Cuando le derribamos el capítulo toca a su fin. El Piasa deja tras de sí una cantidad absurdamente elevada de puntos de cristal que haríamos bien en utilizar nada más retomar el control de nuestros personajes.